El vacío que sostiene la vida
En mi trabajo final en la Escola Massana, he querido hablar de algo que no siempre encuentra palabras: ese espacio interno, profundo y callado que habita en muchas mujeres.
Lo he hecho a través de la cerámica, porque el barro —como la piel, como la tierra— sabe contener, sabe recordar.
Este proyecto nace desde un lugar íntimo y profundo, un vacío que no es ausencia, sino memoria. Un centro silencioso que, a pesar de no haber albergado un latido, sigue siendo fértil en otros planos.
La serie nace del concepto "origen vacío", una metáfora visual y emocional en forma de piezas redondas, orgánicas, casi uterinas. Algunas tienen pequeños orificios por donde asoman flores o ramas, como un gesto silencioso de homenaje a la vida que no llegó, pero cuya posibilidad dejó huella.
Las piezas no hablan solo de la fertilidad biológica. Hablan también de la pérdida, del silencio posterior, y de esa fuerza invisible que impulsa a seguir creando desde otros lugares.
Desde el cuerpo, desde la memoria, desde el vacío mismo.
El barro, en su humildad, se vuelve símbolo: el vientre que no parió, pero que sigue conteniendo belleza, fuerza, impulso creativo. Hay algo profundamente femenino en la capacidad de sostener vida... incluso cuando ya no está.
Porque la vida no siempre se da como la esperamos, pero encuentra caminos. Y a veces —como en estas piezas— brota desde la ausencia.
*Dedicado a todas las que hemos transitado el dolor en silencio y siempre buscamos “parir” otras extensiones de nuestro ser.